sábado, 1 de junio de 2019

LAS RELACIONES A AÑOS LUZ NO FUNCIONAN

Aquella había sido una de esas experiencias que una vez sufrida uno debería olvidar para siempre, pero el destino se había propuesto que no lo hiciera.

Una infame noche de agosto de hace cuatro años, calurosa y asfixiante, me dirigía a casa andando en zigzag con una imponente melopea. Iba tan sudado y pegajoso como una salamanquesa después de haber pasado por la sauna. Varios taxistas se habían negado a recogerme, seguramente con buen criterio, cuando había intentado barbotear mis señas a través de las ventanillas abiertas de sus coches.

- ¡Iros al infierno!- les había dicho a todos.

No se trataba de que viviese lejos, pero me fastidiaba tener que atravesar aquel páramo infestado de mosquitos. Había algo en mi sangre alcoholizada que parecía atraerlos irresistiblemente a chuparme hasta el último milímetro cúbico de mis venas y la verdad era que odiaba aquel lugar profundamente. Pero no había otra forma de llegar, a veces me sorprendía a mi mismo cuando me encontraba introduciendo la llave en la cerradura cuando lo normal hubiera sido que me hubiese despertado en la cuneta de la carretera que atravesaba aquel horrible rincón del mundo.

Aquella fatídica noche no llegué a casa, aunque tampoco acabé en la cuneta. Algo mucho más rocambolesco y siniestro me ocurrió. Vergüenza me da contarlo incluso después de tanto tiempo. He tratado de justificar el hecho acontecido considerando que era merecedor de un justo castigo por la vida de depravación que estaba llevando. Por el motivo que fuera, venganza del destino o puro azar, mi vida iba a cambiar radicalmente en breves momentos.

Una brillante luz apareció en lontananza avanzando hacia mi a gran velocidad. ¿Que demonios era aquella cosa?, fuera lo que fuera parecía venir decididamente a mi encuentro. ¿Cuáles serían sus intenciones? ¿Serían amistosas o peligrosas?

Pero espera..., ¿no era así como empezaban todas esas historias en las que alienígenas procedentes de los confines del espacio venían a nuestro planeta para abducir a los terrícolas  y someterlos todo tipo de vejaciones? Se me encogieron todos los músculos de cadera para abajo y se me erizaron todos los pelos del cuerpo. Estaba borracho, pero no lo suficiente para que mi adormecida imaginación no me mandara una potente señal de alarma casi imposible de ignorar. Rápidamente, o al menos esa fue mi sensación, me dirigí al borde de la carretera con intención de esconderme detrás de uno de aquellos tristes setos que la adornaban. Por algún motivo, quizás debido a la impresionante curda que llevaba, mi reacción no fue lo suficientemente rápida y me encontré, después de haber dado escasos pasos como a cámara lenta, bajo el potente haz de luz que me había estado dando caza. Me detuve, miré hacia arriba y de repente todo se volvió negro.

Desperté tumbado sobre una helada plataforma metálica, tan fría que me iba a hacer estornudar. Traté de echar mano a mi nariz para impedir que mis efluvios inundarán aquella sala cuando me di cuenta de que mis manos estaban amarradas a aquella camilla. ¡No!. ¡No podía ser!, ¡no a mí!.

Entonces apareció ella, alta, delgada, y verde como una espinaca. De cabeza gorda y grandes ojos negros ovalados, como buen extraterrestre. ¿Que como sabía que se trataba de ella y no de él? No lo podría decir con exactitud, quizás por su lento y pausado caminar y el ligero balanceo de sus caderas. Desde luego no porque tuviera senos ni ningún otro atributo femenino, porque no los tenía pero por alguna razón inexplicable sufrí una erección.

Suspiré, aunque tan diferente a mi, había algo en aquel ser que me atraía sexualmente. ¿Se daría cuenta la espinaca andante?

- Veo que te acuerdas de mí.-

Aquello me dejó atónito. No acostumbraba a alternar con alienígenas, la verdad. No porque tuviera ningún tipo de prejuicio contra ellos, era simplemente que no abundaban por el barrio, ni por la ciudad, ni tan siquiera por la Tierra..., ¡que diantres!  aquel era en realidad el primero que veía en mi vida, o eso pensaba yo.

- Ya veo que no. Hicimos bien nuestro trabajo de reseteado mental cuando te recogimos la primera vez. Demasiado bien. ¿No has tenido pesadillas? ¿Trastornos psicológicos ni nada por el estilo desde entonces?-

-Pues al psicólogo no he ido, si es lo que pregunta, pero desde hace varios años bebo como un descosido y antes no era así. ¿Porqué? ¿Y desde cuándo puede un extraterrestre hablar castellano?-

-Bueno, la naturaleza no nos ha dado este cabezón por capricho, ¿no crees?. Cubicamos el triple de cerebro que vosotros y además lo usamos al cien por cien, no como vosotros que tenéis más de la mitad en el trastero. Con muy poco esfuerzo podemos dominar prácticamente cualquier lenguaje del Cosmos solo escuchando la radio durante cinco minutos.-

-Ah-

- Ahora que te vuelvo a ver la verdad es que no alcanzo a comprender que me llamó la atención sobre ti. Si ni siquiera eres verde.-

- Pero entonces...¿Nos conocemos?-

-Si, te capturamos hace cuatro años, y te sometimos a todo tipo de pruebas,ya sabes cuáles, de esas de las que os encanta bromear a los tíos en los bares y que a los que nos cruzamos media galaxia nos encanta hacer a los terrícolas simplemente para fastidiar y echarnos unas buenas risas en el largo camino de vuelta...-

- Ah -

El alienígena suspiro, reflexionando sobre lo acertado de su decisión de regresar a por aquel idiota.

- En fin, vamos al grano, no sé si mi paciencia galáctica va a dar mucho más de sí y no puedo prometerte que no acabe devorando tu sistema nervioso para acabar con ésta farsa. He venido a buscarte para decirte algo muy importante. En nuestro primer encuentro pasó algo. Algo que no debía de haber pasado sin duda pero que tuvo consecuencias desastrosas.-

-¡Lo sabía! ¿Me violaste verdad?-

El extraterrestre se cubrió los ojos con su verde mano de dedos largos y uñas afiladas.

- Ay madre, que difícil va a ser esto-

-Seguro que me insertarste algún horrible aparato para grabar mis pensamientos y así poder conocer bien a nuestra especie antes de venir a colonizar la Tierra. ¿Verdad?, y ... ¡ahora quieres recuperarlo !¡¡reconócelo maldita lagartija espacial!-

- Cállate ya o te juro que te arrancó todos los nervios de tu cuerpo uno a uno. Hace cuatro años, tal día como hoy, te capturamos para hacerte algunas pruebas y tomarte algunas medidas, y aprovecho para decirte que no te introdujimos nada por donde tu crees, no somos unos pervertidos. Aquel día algo me sucedió, era mi primera misión como asistente de laboratorio, nunca antes había salido de nuestro sistema solar y....ayyyy  como maldigo ahora mi inexperiencia!!.-

Cuando terminamos las pruebas los doctores se marcharon y me quedé a solas contigo mientras todavía estabas atado a la camilla. Tenía que limpiarte y prepararte para mandarte de regreso con los tuyos. Te encontré tan solo y desamparado...y tan rosita... porque sí, estabas desnudo. Entonces hice algo que está terminantemente prohibido en todos los protocolos interestelares. Te desperté, sentía curiosidad.

Abriste los ojos despistado, no por el efecto de los narcóticos como pensé en un primer momento, sino porque eras así. Miraste a la izquierda, a la a derecha, y luego por fin , posaste los ojos en mí. Fue entonces cuando mi corazón dio un vuelco y mi mente se nubló. Nuestra especie tiene una capacidad intelectual cuyo índice os supera con varios ceros, tan lejos de la humana como la vuestra de una rana, pero sin embargo tenemos un gran defecto, en asuntos del corazón no nos comportamos de un modo muy diferente al de una de esas ranas. En general no hay problema en eso si te relacionas con otros de tu clase, como nos ocurre en nuestro planeta, hasta el más imbécil allí es infinitamente superior a cualquier otra cosa que te puedas encontrar en la tierra... los problemas vienen cuando te juntas con quién no debes. ¿Lo empiezas a entender ahora?

- ¿Me estás insinuando que te  acostaste conmigo?-

-Si, así es. Cuando me viste aquella vez pasó cómo ahora, te alegraste de verme, y lo peor es que yo sentí lo mismo. Te desabroché las ataduras, me encaramé sobre ti e hicimos el amor durante horas. Si, no pongas esa cara, aunque nuestros planetas están a años luz de distancia entre sí, nuestros órganos reproductores encajan, más o menos a la perfección. Lo que no sabía por entonces, porque todavía no teníamos los resultados de las pruebas que os estábamos haciendo, es que nuestros gametos también eran compatibles. ¡Ay si lo hubiera sabido!. -

-¡Espera! Entonces me estás diciendo que...-

-Veo que todavía hay algo de esperanza. Sí, eso mismo es lo que estoy tratando de decirte.-

-Que tú y yo...-

-Si.-

-¿ Que tenemos un...?-

- Un hijo.-

- Estoy mareado.-

-No me extraña. Y más que lo vas a estar. Anda, ya puedes pasar.- Dijo el extraterrestre dirigiendo la mirada hacia atrás.

En el fondo de la sala metalizada se abrió un panel deslizante. En el umbral, una sombra comenzó a moverse lentamente, balanceándose hacia el centro de la habitación. Tropezó con la mesilla que se interponía en su camino desparramando por el suelo toda la aparamenta médica con gran estruendo  y se detuvo cuando llegó a la altura de la esbelta extraterrestre.

-Pero...- balbuceó el humano sin dar crédito a lo que veían sus ojos

-Adelante, hijo, saluda a tu padre. Te quedarás una temporadita de vacaciones en la tierra con él, seguro que lo pasáis en grande los dos juntos, sois muy parecidos.-

-¿Hijo?

-¿Uh? - Emitió la pequeña criatura verdirosada de ojos pequeños, juntos y mirada vacía. - ¿Papá? ¡Te quiero mucho papá!-

-Ah- Respondió el terrícola mientras su vástago abrazaba sus piernas y dejaba una gran baba en sus rodillas.



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